Soy de las que creo que si verdaderamente le prestas atención a una simple flor, ésta puede llevarte a comprender lo que no se lograría entender nunca a través de palabras.
No es por lo que sabe, sino por lo que no necesita saber. No es por su magnificencia, sino por su sencillez, no es por su discurso sino por su silencio. No es por lo que hace, sino por lo que es y la total aceptación de su paso temporal por la vida. Su fragilidad la convierte en invencible. Su vulnerabilidad la hace eterna.
No es por su gran apariencia divina sino por su casi desapercibida presencia.
Una presencia divina que no emite despampanantes rayos dorados, ni le hace falta. Pues quien la ve es porque sintió su inocencia. Sintió su no lucha, su no miedo. Y eso fue lo que la hizo brillante, bella y sagrada.
Eso fue lo que llamó tu atención.
Dejemos que nuestra visión busque ese tipo de realidad. Permitamos que nuestros ojos descansen en ello.
Indiquemos a nuestra mente la forma de sanar a través de la mirada agradecida hacia todo aquello que nos rodea.
Una flor nos puede hablar del amor con tan solo mirarla.
Y yo creo en este tipo de amor.
Gracias.
Un abrazo,
Sonia Coll


Facilitadora, formadora y acompañante en Sanación por Consciencia
Escritora, comunicadora y canalizadora.
Mi pasión es comunicar y acompañar en los procesos de cambios evolutivos. Como facilitadora transmito, activo y ayudo a integrar aquel conocimiento que permitirá a la persona una evolución en consciencia. Tanto a nivel espiritual como en lo cotidiano.