La Luz de la Navidad

Mucho se habla de las tradiciones navideñas y su verdadero origen, pero hoy sólo pretendo centrarme en el mensaje que nos nutra y que nos ayude a avanzar.

Las Saturnalias, el solsticio, Yule,… son celebraciones paganas que ya existían antes de la Navidad y ocurrían durante los mismos días. Todas ellas eran fiestas de la cosecha, agradeciendo lo venidero y al Sol como luz que hacía crecer los frutos de las tierra. También se rendía homenaje a los que ya no estaban y utilizaban el fuego como símbolo de purificación y renacimiento de un nuevo ciclo. Se daba gracias por la familia.

La Iglesia cristiana decidió instaurar la celebración del nacimiento de Jesús unos doscientos años después de su muerte aunque la tradición de la Navidad como tal no empezó hasta la Edad Media. Escogieron el 25 de Diciembre y lo marcaron en su calendario para intentar substituir las tradiciones paganas por las cristianas. También ocurren celebraciones cristianas relevantes coincidiendo con las demás fechas de fiestas paganas, en los solsticios y equinoccios del año.

Mi intención, relatando lo previo, es sólo que nos demos cuenta del valor que le otorgamos al calendario.

 Podría hablarse mucho de este tema y entrar en debates pero siento que la esencia de estas fiestas debe trascender lo religioso y lo histórico y quedarse en lo espiritual, observando así el verdadero regalo que siento: el del recuerdo de tu propia luz para permitirla nacer de nuevo en tu mundo. Y cada año tienes la oportunidad de recordarlo.

¿Qué es sino la idea o el símbolo del nacimiento de Jesús?

Es precisamente recordar una gran luz que nació como niño y supo expandirse a través de su vida humana, mediante el amor, la dicha y la paz.

Poco importa la fecha exacta o verdadera del nacimiento de Jeshua como personaje histórico. Lo relevante es que millones de consciencias humanas se enfocan en ello durante estas fechas de Diciembre. De este modo, millones de mentes están receptivas estos días a todo lo relativo al nacimiento de la Luz. No importa en qué hemisferio de la Tierra te encuentres.

¿Y si utilizamos pues esta época para recordar todo lo que aún no permitimos que brille en nosotros? Tuvimos un claro ejemplo, y fue humano, como nosotros.

¿Y si permitimos que millones de luces brillen en unión creando la verdadera estrella de Navidad?

¿Y si disolvemos las más profundes tristezas y desesperanzas, dejando que el fuego de nuestra propia estrella las ilumine?

¿Y si este año, en el que el miedo se ha esparcido por todo el mundo, sea un punto de partida para bendecir toda existencia y desde esta nueva toma de consciencia conseguir que sea ahora el amor el que se extienda globalmente?

La Luz de la Navidad es mucho más que una estrella que guió a los Reyes Magos hasta el niño Jesús. Es el símbolo del mensaje de un ser humano que creció recordando siempre su verdadera luz y que desea que todos veamos la nuestra, para aprender a convertir este mundo en una extensión del brillo de nuestras luces, junto con la suya.

¿En qué deseas centrarte estos días? ¿Deseas honrar la luz de ese hombre, e incluso la de otros que le precedieron o le siguieron?

¿Sabes que la mejor forma de hacerlo es encender esa misma luz en ti?

¿Eres capaz de entregar todo tu pesar, dolor, rabia y desesperación al fuego para que esas chispas salgan de las llamas convertidas en la estela de luz de tu propia estrella interna?

Hay un tiempo para lamentarse y otro para elevarse. Tú escogerás cada momento. Sin embargo, ten presente que ese niño te ve como su hermano y quiere verte recordar quién eres. Sabe que si recuerdas esto, tu dolor desaparecerá y juntos haremos que esa gran y luminosa estrella de Navidad reluzca mucho más.

Que nuestro regalo de Navidad vaya más allá de lo físico y que los abrazos que no se puedan dar y se extrañen -incluso de los más allegados- se sientan en esa luz de la que todos formamos parte. Que los conflictos y miedos desaparezcan ante la Fe que esa gran estrella nos regala. Una Fe que se basa en nuestro verdadero origen, nuestro hogar y en el recuerdo de que siempre es Navidad allí donde el abrazo es eterno.

Mientras te encuentres en este mundo, celebra el sentir de ese amor que sabes que tienes en ti, y que cada nuevo día tienes oportunidad de manifestar y compartir.

Quizás no tengas que mirar tan arriba para encontrar la estrella de Navidad. Ni tengas que descifrar complejas conjunciones planetarias.

Quizás descubres que la Luz de la Navidad se encuentra mirando hacia adentro.

¡Feliz Luz de la Navidad en ti!

Desde mi corazón,

Sonia Coll

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