Se acerca el equinoccio (20 de marzo), y con él, su energía parece ayudarnos a encontrar más equilibrio en todo. Esto sucede debido a la influencia astronómica de encontrarnos en la época del año (en el equinoccio de otoño también) donde hay un «empate» de horas de luz y oscuridad/día y noche.
Es sencillo decirlo y bastante complicado lograrlo, pero «buscar el equilibrio» nos acercará a sentirnos en paz, y no me refiero ahora a las horas de día y de noche.
En este mundo todo parece distorsionado y muchas veces extremista, de manera que, verlo rodo desde una visión objetiva y sin juicio parece que sea una misión imposible.
Por ejemplo, estas últimas décadas nos muestran mucho movimiento y cambios respecto a los géneros masculino y femenino. Por un lado nos abrimos a todo y a incluir con respeto todo sentir individual de definición de género, y por otro lado pasa justo lo contrario. Aparecen los extremos confrontados.
Desde mi manera de entender esta vida, no quiero perder el tiempo en saber qué es lo correcto y qué no, o cómo debería ser todo. Siento que nuestra realidad no está en la forma ni en las diferencias, por eso no paso tiempo intentando responderme preguntas morales.
Intento aceptar que cada cual tiene aquí su propia aventura vital y en ella cabe todo (personalidades, gustos, aficiones,, etc…). ¿Quién soy yo para decir que lo correcto es lo mío y no lo de otros?
Nos sintamos como nos sintamos y nos definamos con un género, otro o ninguno, sigue siendo esto una aventura de vida y nada más. Posiblemente vengan más.
Siento que lo mejor que podemos hacer es encontrarnos todos en un punto medio, en el cual se converja una intención común de seguir cada uno con lo que sienta pero desde el respeto hacia las voluntades de los demás.
A nivel metafísico, aquí hay todo un amalgama de energías masculinas y femeninas danzando dentro de nosotros, nos definamos como nos queramos definir. Eso no importa.
«Nordic Summer Evening» de Sven Richard Bergh (1900)
Quizá, lo que importa es dejar de sentirnos tan lejos y tan distintos de los demás, o del otro género. Si conseguimos encontrarnos en ese punto del horizonte el cual ambos estamos mirando, sentiremos un «todo está bien» y seguiremos avanzando cada cual como deba avanzar.
Intentemos no entrar en luchas absurdas de identidad… Aquí no existe nada de lo que parlotea por nuestra mente.
Miro ahora un punto en el horizonte de mis límites mentales y descanso allí.
¿Descansarás tú también allí?
Sonia Coll